viernes, 8 de julio de 2011

Extrañamente, Juan Santos.

Bueno, gracias por entrar, este es una parte de una novela que recientemente he terminado, (con mucho placer y entusiasmo). Cada día estaré subiendo partes. Esta es la primera. Hasta luegito gente del mundo!



Todos buscando una verdad, todos indagando ideologías, sus propias experiencias, todos ilusionados por formar parte de un rejunte de gente “importante”. Todo esto sucede en una ciudad, como Buenos Aires. Dentro de esta gran masa, formo parte yo, un joven llamado Juan Santos. Un joven lleno de literatura y estupefacientes. Un joven que saluda a la vieja portera y encara las calles de Buenos Aires, atestadas de gente diferente, una mezcla rara muy interesante. En este gran espacio, yo observo, catalogo, pienso y hago el esfuerzo de no ignorar a todo el mundo por simple cansancio.
Hoy es martes, mi día favorito y quiero contarle una particular historia a cualquiera que lea estas líneas curvas.
Vivía en un departamento aislado pero cerca en Buenos Aires, tenía un patio donde había diferentes clases de plantas (me gustaban) y una galería llena de diarios y libros viejos donde escribía historias ridículamente interesantes. Ahí, en ese paraíso prohibido para muchos, es donde mis historias, mitos, cuentos o realidades más geniales surgían.
Yo en ese tiempo miraba mucho, era un observador, pero solo veía a la gente que realmente quería ver. Me preguntaban: - ¿tan pocos amigos tenes? Yo siempre pensé que no debía dejarme llevar  por la locura de la amistad, era como un hit, una moda. Antes el hombre era más solitario y sin embargo más feliz, mira lo que les digo… Así era yo, Juan(para la mayoría) En esa gran galería, (mística para algunos) yo leía, fumaba y a veces estudiaba, además de escribir, por supuesto. Nunca supe realmente que estudiaba, digamos que estudiaba alguna filosofía mediática. Esa galería con balcón q era mi lugar “artístico” preferido, mi inspiración dormía en esa gran galería llena de vidrios violetas, azules y grises.  He creído que llegaba a escribir como un genio a veces, sabía que había experimentado mucho; pero trataba siempre de alejarme cada vez más de una realidad que era pura locura, locura borrosa y indescifrable, por lo cual, nada era muy bueno.

martes, 26 de abril de 2011

De reflexiones tontamente elocuentes.

La pared, el techo y un simple vaso de agua. 


-y que pasaría si cada vez que estornude diez centavos caerían del cielo? Cuanta existencia donde no la hay... 
Estar en un lugar sabiendo que perteneces a otro. Pertenecer. Pertenecer a algo, a alguien. Saber que sos parte de un equilibrio, en el cual vos caes, cae el otro. Ese es el amor. Equilibrios.- Dijo Silvano, mirando la pared, el techo y el vaso de agua… Pensando en la hora que era, en lo ridículo que era el hecho de estornudar y que 10 centavos se caigan de la mesa se torne en algo tan interesante. Así se fue, riendo, hacia su habitación, prendió algo de tabaco y suavemente se fue acomodando, durmiendo entre sabanas azules...

 El hombre se ha alejado del centro. Siempre.